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NOTA DE VREDONDOF :

ESTE ARTICULO A MI ME PARECIO MUY INTERESANTE , PERO ME HA COSTADO MUCHO "LLEGAR A LOS CONCEPTOS" , NO SE SI POR QUE A MIS 63 AÑOS YA PATINA UN POCO MI CABEZA , O BIEN PORQUE EL AUTOR TIENE UN NIVEL ... O QUE ESCRIBE PARA UN NIVEL DE PERSONAS CON UN INTELECTO MUY ELEVADO.

En cualquier caso merece la pena leerlo (con MUCHA ATENCION para enterarse ....)
La conclusion que saque en la 3ª leida que le di , fue que se puede DECIR LO MISMO con el 10 de palabras y utilizando un "estilo mas pegado a la tierra".

LOS ESPAÑOLES NO SON IDEALISTAS. EN LA MEDIOCRIDAD SE ENCUENTRAN A GUSTO

El perfeccionamiento humano se efectúa con ritmo diverso en las sociedades y en los individuos. Los más poseen una experiencia sumisa al pasado: rutinas, prejuicios, domesticidades. Pocos elegidos varían, avanzando sobre el porvenir; al revés de Anteo, que tocando el suelo cobraba alientos nuevos, los toman clavando sus pupilas en las constelaciones lejanas y de apariencia inaccesible. Esos hombres, predispuestos a emanciparse de su rebaño, buscando alguna perfección más allá de lo actual, son los "idealistas". La unidad del género no depende del contenido intrínseco de sus ideales sino de su temperamento: se es idealista persiguiendo las quimeras más contradictorias, siempre que ellas impliquen un sincero afán de enaltecimiento. Cualquiera. Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinados contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor. Sin ideales sería inconcebible el progreso. El culto del "hombre práctico", limitado a las contingencias del presente, importa un renunciar a toda imperfección. El hábito organiza la rutina y nada crea hacia el porvenir; sólo de los imaginativos espera la ciencia sus hipótesis, el arte su vuelo, la moral sus ejemplos, la historia sus páginas luminosas.
Son la parte viva y dinámica de la humanidad; los prácticos no han hecho más que aprovecharse de su esfuerzo, vegetando en la sombra. Todo porvenir ha sido una creación de los hombres capaces de presentirlo, concretándolo en infinita sucesión de ideales. Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua, que el cálculo destruyendo sin descanso. La excesiva prudencia de los mediocres ha paralizado siempre las iniciativas más fecundas. Y no quiere esto decir que la imaginación excluya la experiencia: ésta es útil, pero sin aquélla es estéril. Los idealistas aspiran a conjugar en su mente la inspiración y la sabiduría; por eso, con frecuencia, viven trabados por su espíritu crítico cuando los caldea una emoción lírica y ésta les nubla la vista cuando observan la realidad. Del equilibrio entre la inspiración y la sabiduría nace el genio. En las grandes horas de una raza o de un hombre, la inspiración es indispensable para crear; esa chispa se enciende en la imaginación y la experiencia la convierte en hoguera. Todo idealismo es, por eso, un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos más audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas.
La humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido sin su esfuerzo. Un objetivo que huye ante ellos se convierte en estímulo para perseguir nuevas quimeras. Lo poco que pueden todos, depende de lo mucho que algunos anhelan. La humanidad no poseería sus bienes presentes si algunos idealistas no los hubieran conquistado viviendo con la obsesiva aspiración de otros mejores.
En la evolución humana, los ideales se mantienen en equilibrio inestable. Todo mejoramiento real es precedido por conatos y tanteos de pensadores audaces, puestos en tensión hacia él, rebeldes al pasado, aunque sin la intensidad necesaria para violentarlo; esa lucha es un reflujo perpetuo entre lo más concebido y lo menos realizado. Por eso los idealistas son forzosamente inquietos, como todo lo que vive, como la vida misma; contra la tendencia apacible de los rutinarios, cuya estabilidad parece inercia de muerte. Esa inquietud se exacerba en los grandes hombres, en los genios mismos si el medio es hostil a sus quimeras, como es frecuente sobre todo en España. No agita a los hombres sin ideales, informe argamasa de humanidad.
Toda juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de ella: jamás de los enmohecidos y de los seniles. Y sólo es juventud la sana e iluminada, la que mira al frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de pocos años, prematuramente domesticados por las supersticiones del pasado: lo que en ellos parece primavera es tibieza otoñal, ilusión de aurora que es ya un apagamiento de crepúsculo.
Sólo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir; por eso en los caracteres excelentes puede persistir sobre el apeñuscarse de los años. Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño. Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere.
Los idealistas suelen ser esquivos o rebeldes a los dogmatismos sociales que los oprimen. Resisten la tiranía del engranaje político nivelador, aborrecen toda coacción del sistema, sienten el peso de los honores con que se intenta domesticarlos y hacerlos cómplices de los intereses creados, dóciles maleables, solidarios, uniformes en la común mediocridad.
Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos, decapitándolos; detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatematizan al que se aparta en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios: los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables y asesinos como ultima solución. Por eso todo idealista es una viviente afirmación del individualismo, aunque persiga una quimera social; puede vivir para los demás, nunca de los demás. Su independencia es una reacción hostil a todos los dogmáticos. Concibiéndose incesantemente perfectibles, los temperamentos idealistas quieren decir en todos los momentos de su vida, como Don Quijote: "yo sé quién soy". Viven animados de ese afán afirmativo. En sus ideales cifran su ventura suprema y su perpetua desdicha. En ellos caldean la pasión, que anima su fe; esta, al estrellarse contra la realidad social, puede parecer desprecio, aislamiento, misantropía: la clásica "torre de marfil" reprochada a cuantos se erizan al contacto de los obtusos. Diríase que de ellos dejó escrita una eterna imagen Teresa de Ávila: "Gusanos de seda somos, gusanillos que hilamos la seda de nuestras vidas y en el capullito de la seda nos encerramos para que el gusano muera y del capullo salga volando la mariposa". Todo idealismo es exagerado, necesita serlo. Y debe ser cálido su idioma, como si desbordara la personalidad sobre lo impersonal; el pensamiento sin calor es muerte, frío, carece de estilo, no tiene firma.
Jamás fueron tibios los genios y los héroes. Para crear una partícula de Verdad, de Virtud o de Belleza, se requiere un esfuerzo original y violento contra alguna rutina o prejuicio; como para dar una lección de dignidad hay que desgoznar algún servilismo. Todo ideal es, instintivamente, extremo; debe serlo a sabiendas, si es menester, pues pronto se rebaja al refractarse en la mediocridad de los más. Frente a los hipócritas que usurpan poderes civiles y mienten con viles objetivos, la exageración de los idealistas es, apenas, una verdad apasionada. La pasión es su atributo necesario, aun cuando parezca desviar de la verdad; lleva a la hipérbole, al error mismo; a la mentira nunca. Ningún ideal es falso para quien lo profesa: lo cree verdadero y coopera a su advenimiento, con fe, con desinterés. El sabio busca la Verdad por buscarla y goza arrancando a la naturaleza secretos para él inútiles o peligrosos. Y el artista busca también la suya, porque la Belleza es una verdad animada por la imaginación, más que por la experiencia. Y el moralista la persigue en el Bien, que es una recta lealtad de la conducta para consigo mismo y para con los demás. Tener un ideal es servir a su propia Verdad Siempre. Algunos ideales se revelan como pasión combativa y otros como pertinaz obsesión; de igual manera distínguense dos tipos de idealistas, según predomine en ellos el corazón o el cerebro. El idealismo sentimental es romántico: la imaginación no es inhibida por la crítica y los ideales viven de sentimiento. En el idealismo experimental los ritmos afectivos son encarrilados por la experiencia y la crítica coordina la imaginación: los ideales tórnanse reflexivos y serenos. Corresponde el uno a la juventud y el otro a la madurez. El primero es adolescente, crece, puja y lucha; el segundo es adulto, se fija, resiste, vence.
El idealista perfecto sería romántico a los veinte años y estoico a los cincuenta; es tan anormal el estoicismo en la juventud como el romanticismo en la edad madura. Lo que al principio enciende su pasión, debe cristalizarse después en suprema dignidad: ésa es la lógica de su temperamento. Sin embargo lo que si hay es mucha mediocridad. La mediocridad puede definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Ésta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades; basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal: "Juntad mil genios en un Concilio y tendréis el alma de un mediocre". Esas palabras denuncian lo que en cada hombre no pertenece a él mismo y que, al sumarse muchos, se revela por el bajo nivel de las opiniones colectivas.El régimén actual, la monarquía cainista, ha conseguido una vez más, a través de sus ladrones politicos, que los españoles sean mediocres y que todo destello de genialidad sea enterrado en el desprecio. El régimen es miedoso,cobarde y hurtador, teme por su continuidad, pues sabe que se ha llevado mucho y no ha ofrecido nada. Qué se puede esperar de un monarca que dice:"El recuerdo de Franco constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad ...". Seguid votando, idealistas.
J.I.
"El sentido común es la cosa mejor repartida del mundo
porque todo el mundo cree poseerlo en cantidad suficiente." René Descartes.

LIBERTAD

-La filosofia de la libertad esta basada en la propiedad de uno mismo, esta simple pero elegante y contundente animacion la explicara exactamente. Esta es una gran herramienta que cualquiera puede usar para educar niños y adultos acerca del derecho a la vida, libertad y la capacidad de crear - y nuestra responsabilidad para pensar, hablar y actuar. La version en DVD de este video puede ser descargada gratis en: www.philosophyofliberty.blogspot.com CRÉDITOS AUTOR: Ken Schoolland schoolak001@hawaii.rr.com PRODUCTOR: Kerry Pearson (aka Lux Lucre) MÚSICA: Music2Hues www.music2hues.com WEBSITE: www.jonathangullible.com AYUDA: The Jonathan Gullible fund www.isil.org/tools/jonathan-gullible.html COPYRIGHT: www.creativecommons.org/licenses/by-nd-nc/1.0/ *

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La verdad inalcanzable: El teorema de Gödel

La verdad inalcanzable: El teorema de Gödel

Desde Euclides, los matemáticos siempre han intentado formular una serie de verdades absolutas e incontrovertibles, llamados“axiomas”, para luego deducir de ellos toda clase de conclusiones útiles. Pero con el teorema de Gödel las cosas cambiaron. Gödel utilizó el rigor de las matemáticas para demostrar, sin lugar a dudas, que las matemáticas mismas son incompletas.

Pero vayamos por partes. Para enunciar axiomas hay una serie de reglas. Primero: los axiomas deben ser los menos posibles. Y segundo: tiene que ser imposible deducir de ellos dos conclusiones que se contradigan mutuamente.

En los manuales de matemáticas de cualquier colegio ya empezamos a aprender los primeros axiomas. El más conocido, sin duda, es el de “por dos puntos cualesquiera sólo se puede trazar una recta” o “el total es la suma de las partes”. Los matemáticas, pues, son una gozada, porque, a diferencia de otras disciplinas del conocimiento, con ellas sí parece que podamos llegar a verdades absolutas, a la sabiduría de verdad.

Pero la realidad no es tan bonita. Durante muchos años se creyó que los axiomas de Euclides eran los únicos que podían constituir una geometría consistente. La únicas verdades a las que podíamos agarrarnos. Pero en el siglo XIX se demostró que modificando de cierta manera los axiomas de Euclides se podían constituir geometrías diferentes y también consistentes. A partir de ese momento, la gente ya no sabía cuál de esas geometrías era la verdadera.

Tal vez la pregunta no debería cuál es la verdadera sino cuál es la útil. Porque conjuntos de axiomas a partir de los cuales puedan surgir sistemas matemáticos consistentes hay muchos, y todos ellos son distintos entre sí. Esto va en contra de una de las reglas sobre los axiomas: que no pueden contradecirse mutuamente.

Pero imaginad el siguiente enunciado: “El enunciado que estoy haciendo es falso“.

Si es falso, entonces es falso que estoy diciendo algo falso y tengo que estar diciendo algo verdadero. Pero si estoy diciendo algo verdaero, entonces es cierto que estoy diciendo algo falso y sería v edad que estoy diciendo algo falso. Y así hasta el infinito. Es imposible demostrar lógicamente que mi enunciado es o así o no así.

Otro enunciado de las mismas características lo pronunció Sócrates: “Yo sólo sé que no sé nada“.

Pensaréis que este tipo de frases son tramposas y que la realidad no se comporta de esta forma.

En 1931, el matemático austríaco Kurt Gödel, con sólo 25 años, publicó un artículo titulado Sobre proposiciones formalmente no decidibles en Principia Mathematica y sistemas relacionados. Allí demostraba que para cualquier conjunto de axiomas siempe es posible hacer enunciados que, a partir de esos axiomas, no puede demostrarse ni que son así no que no son así. En ese sentido, es imposible elaborar jamás un conjunto de axiomas a partir de los cuales se pueda deducir un sistema matemático completo.

No os asustéis. Esto no significa que no podamos llegar nunca a la verdad. Significa que el sistema matemático nos será útil siempre que no lo empleemos más allá de sus límites. Gödel nos descubrió que la verdad es una categoría superior a la demostrabilidad. Y, por otra parte, el teorema de Gödel sólo se aplica a sistemas deductivos del tipo que se utiliza en matemáticas. Nos demuestra que el sistema matemático más perfecto que podamos conseguir, con un número finito de axiomas y reglas de inferencia, es incapaz por principio de probar la verdad/falsedad de enunciados que nosotros, desde fuera del sistema, advertimos sin problemas.

Pero, afortunadamente, la deducción no es la única manera de descubrir la verdad.

Más información | Cien preguntas básicas sobre ciencia, de Isaac Asimov / La bella teoría


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Teoremas de la incompletitud de Gödel

En lógica matemática, los teoremas de la incompletitud de Gödel son dos célebres teoremas demostrados por Kurt Gödel en 1930. Simplificando, el primer teorema afirma:

En cualquier formalización consistente de las matemáticas que sea lo bastante fuerte para definir el concepto de números naturales, se puede construir una afirmación que ni se puede demostrar ni se puede refutar dentro de ese sistema.

Este teorema es uno de los más famosos fuera de las matemáticas, y uno de los peor comprendidos. Es un teorema en lógica formal, y como tal es fácil malinterpretarlo. Hay multitud de afirmaciones que parecen similares a este primer teorema de incompletud de Gödel, pero que en realidad no son ciertas. Éstas se comentan en Malentendidos en torno a los teoremas de Gödel.

El segundo teorema de la incompletitud de Gödel, que se demuestra formalizando parte de la prueba del primer teorema dentro del propio sistema, afirma:

Ningún sistema consistente se puede usar para demostrarse a sí mismo.

Este resultado fue devastador para la aproximación filosófica a las matemáticas conocida como el programa de formalización HilbertDavid Hilbert propuso que la consistencia de los sistemas más complejos, tales como el análisis real, se podía probar en términos de sistemas más sencillos. Finalmente, la consistencia de todas las matemáticas se podría reducir a la aritmética básica. El segundo teorema de la incompletud de Gödel demuestra que la aritmética básica no se puede usar para demostrar su propia consistencia, y por lo tanto tampoco puede demostrar la consistencia de nada más fuerte.

Contenido

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Significado de los teoremas de Gödel [editar]

Los teoremas de Gödel son teoremas en lógica de primer orden, y deben entenderse en ese contexto. En lógica formal, tanto las afirmaciones matemáticas como las demostraciones se escriben en un lenguaje simbólico en el que se puede comprobar mecánicamente la validez de las pruebas. De este modo no puede haber ninguna duda de que un teorema se deduce de nuestra lista inicial de axiomas. En teoría, este tipo de pruebas se puede verificar con un ordenador,de hecho, hay programas que lo hacen. Para poder realizar este proceso se necesita saber cuáles son estos axiomas. Se puede partir de un conjunto finito de axiomas, como en la geometría euclídea, o más en general se puede permitir un número infinito de axiomas con el requisito de que dada una afirmación se pueda verificar mecánicamente si ésta es uno de los axiomas. Aunque pueda sonar extraño el uso de un número infinito de axiomas, esto es precisamente lo que se hace habitualmente con los números naturales, los axiomas de Peano.

El primer teorema de la incompletud de Gödel demuestra que cualquier sistema que permita definir los números naturales es necesariamente incompleto: contiene afirmaciones que ni se pueden demostrar ni refutar.

La existencia de un sistema incompleto no es en sí particularmente sorprendente. Por ejemplo, si se elimina el postulado del paralelismo de la geometría euclídea se obtiene un sistema incompleto. Un sistema incompleto puede significar simplemente que no se han descubierto todos los axiomas necesarios.

Lo que mostró Gödel es que en la mayoría de los casos, como en la teoría de números o en análisis realnunca se puede descubrir el conjunto completo de axiomas. Cada vez que se añada un nuevo axioma siempre habrá otro que quede fuera de alcance.

También se puede añadir un conjunto infinito de axiomas. Por ejemplo, todas las afirmaciones verdaderas sobre los números naturales, pero esa lista no será un conjunto recursivo. Dada una afirmación cualquiera, no habrá forma de saber si es un axioma en el sistema o no. Dada una prueba no habrá en general una manera de verificar que esa prueba es válida.

El teorema de Gödel tiene otra interpretación en el contexto de la informática. En lógica de primer orden, los teoremas son recursivamente enumerables: se puede construir un programa de ordenador que terminará por dar una demostración válida. Sin embargo, no cumplen la propiedad más fuerte de ser un conjunto recursivo: no se puede construir un programa que dada una afirmación cualquiera determine si ésta es cierta o no.

Muchos lógicos piensan que los teoremas de incompletud de Gödel asestaron un mazazo fatal al programa de formalización de Hilbert que apuntaba a un formalismo matemático universal. La postura aceptada generalmente es que fue el segundo teorema el que asestó este golpe. Algunos sin embargo piensan que fue el primero, e incluso hay quien piensa que ninguno de ellos lo hizo.

Ejemplos de afirmaciones indecidibles [editar]

La existencia de una afirmación indecidible dentro de un sistema formal no es en sí misma un fenómeno sorprendente.

El subsiguiente trabajo combinado de Gödel y Paul Cohen ha dado ejemplos concretos de afirmaciones indecidibles: tanto el axioma de elección como la hipótesis del continuo son indecidibles en la axiomatización estándar de teoría de conjuntos. Esos resultados no requieren del teorema de incompletitud.

En 1936Alan Turing demostró que el problema de la parada (la cuestión de si una máquina de Turing parará al introducirle unos datos) es indecidible. Más tarde este resultado se generalizó en el campo de las funciones recursivas en el Teorema de Rice que demuestra que todos los problemas de decisión que no son triviales son indecidibles en un sistema que sea Turing-completo.

En 1973, se demostró que el problema de Whitehead en teoría de grupos es indecidible en la teoría estándar de grupos. En 1977, Kirby, Paris y Harringon demostraron que una afirmación en combinatoria, una versión del teorema de Ramsey, es indecidible en la axiomatización de la aritmética dada por los axiomas de Peano pero se puede demostrar cierta en el más amplio sistema de la teoría de conjuntos. El algoritmo de Kruskal, que tiene implicaciones en informática, también es indecidible a partir de los axiomas de Peano pero demostrable en teoría de conjuntos. Asimismo, el teorema de Goodstein es una afirmación relativamente simple sobre los números naturales que es indecidible en la aritmética de Peano.

Gregory Chaitin produjo afirmaciones indecidibles en teoría algorítmica de la información y de hecho demostró su propio teorema de la incompletud en ese contexto.

Uno de los primeros problemas de los que se sospechó que serían indecidibles fue el problema de equivalencia de enunciados sobre grupos, propuesto inicialmente por Max Dehn en 1911, el cual establece que existe un grupo representado de forma finita para el cual no existe algoritmo que decida si dos fórmulas que sólo hablan sobre propiedades de esos grupos son equivalentes. El carácter indecidible de este enunciado no fue demostrado sino hasta 1952.

Malentendidos en torno a los teoremas de Gödel [editar]

Puesto que el primer teorema de la incompletud de Gödel es tan famoso, ha dado origen a multitud de malentendidos. Aquí resumimos algunos:

  1. El teorema no implica que todo sistema axiomático interesante sea incompleto. Por ejemplo, la geometría euclídea se puede axiomatizar de forma que sea un sistema completo. (De hecho, los axiomas originales de Euclides son casi una axiomatización completa. Los axiomas que faltan expresan propiedades que parecen tan obvias que fue necesaria la aparición de la idea de la prueba formal hasta que se echaron en falta). Sin embargo hasta en un sistema completo como el de la geometría habrá construcciones imposibles (trisección del ángulocuadratura del círculo).
  2. El teorema sólo se aplica a sistemas que permitan definir los números naturales como un conjunto. No basta con que el sistemacontenga los números naturales. Además debe ser capaz de expresar el concepto "x es un número natural" usando los axiomas y la lógica de primer orden. Hay multitud de sistemas que contienen a los números naturales y son completos. Por ejemplo, tanto losnúmeros reales como los números complejos tienen axiomatizaciones completas.

Discusión e implicaciones [editar]

Los resultados de incompletud afectan a la filosofía de las matemáticas, particularmente a los puntos de vista tales como el formalismo, que usa la lógica formal para definir sus principios. Se puede parafrasear el primer teorema diciendo "nunca se podrá encontrar un sistema axiomático que sea capaz de demostrar todas las verdades matemáticas y ninguna falsedad."

Por otra parte, desde una perspectiva estrictamente formalista esta paráfrasis se consideraría sin significado porque presupone que la «verdad» y «falsedad» matemáticas están bien definidas en un sentido absoluto, en lugar de ser relativas a cada sistema formal

La siguiente reformulación del segundo teorema es todavía más inquietante para los fundamentos de las matemáticas:

Si se puede demostrar que un sistema axiomático es consistente a partir de sí mismo, entonces es inconsistente.

Por tanto, para establecer la consistencia de un sistema S se necesita utilizar otro sistema T, pero una prueba en T no es totalmente convincente a menos que la consistencia de T ya se haya probado sin emplear S. La consistencia de los axiomas de Peano para losnúmeros naturales por ejemplo se puede demostrar en la teoría de conjuntos, pero no en la teoría de los números naturales por sí sola. Esto proporciona una respuesta negativa al problema número dos de la famosa lista de cuestiones abiertas importantes en matemáticas deDavid Hilbert (llamada problemas de Hilbert).

En principio, los teoremas de Gödel todavía dejan alguna esperanza: podría ser posible producir un algoritmo general que para una afirmación dada determine si es indecidible o no, permitiendo a los matemáticos evitar completamente los problemas indecidibles. Sin embargo, la respuesta negativa al Entscheidungsproblem demuestra que no existe tal algoritmo.

Es de notar que los teoremas de Gödel sólo son aplicables a sistemas axiomáticos suficientemente fuertes. Este término significa que la teoría contiene la suficiente aritmética para llevar a cabo las instrucciones de codificación requeridas por la prueba del primer teorema de incompletud. Esencialmente, todo lo que se exige son algunos hechos básicos sobre la adición y la multiplicación tal y como por ejemplo se formalizan en la aritmética Q de Robinson. Hay sistemas axiomáticos incluso más débiles que son consistentes y completos, por ejemplo laaritmética de Presburger que demuestra todas las afirmaciones de primer orden ciertas aplicando sólo la suma.

El sistema axiomático puede consistir en un número infinito de axiomas (tal y como hace la aritmética de primer orden de Peano), pero para poder aplicarse el teorema de Gödel debe haber un algoritmo efectivo que sea capaz a verificar la corrección de las pruebas. Por ejemplo, el conjunto de todas las declaraciones de primer orden que son ciertas en el modelo estándar de los números naturales es completo. El teorema de Gödel no se puede aplicar porque no hay ningún procedimiento efectivo que decide si una cierta declaración es un axioma. De hecho, que esto sea así es una consecuencia del primer teorema de incompletud de Gödel.

Otro ejemplo de una especificación de una teoría en la que el primer teorema de Gödel no es aplicable se puede construir de la siguiente manera: ordenemos todas las posibles declaraciones sobre los números naturales primero por su longitud y luego en orden lexicográfico; comencemos con un sistema axiomático inicialmente igual a los axiomas de Peano, repasemos la lista de declaraciones una a una, y, si la declaración actual no se puede demostrar ni refutar a partir del actual sistema de axiomas, entonces añadámosla a la lista. Esto crea un sistema que es completo, consistente y suficientemente potente, pero no recursivamente enumerable.

El propio Gödel sólo demostró una versión de los teoremas arriba expuestos que es técnicamente un poco más débil; la primera demostración de las versiones descritas arriba fue dada por J. Barkley Rosser en 1936.

En esencia, la prueba del primer teorema consiste en construir una declaración p dentro de un sistema formal axiomático al que se le puede dar la siguiente interpretación meta matemática:

p = «Esta declaración no se puede probar.»

Como tal, puede verse como una versión moderna de la paradoja del mentiroso. Al contrario de la declaración del mentiroso, p no se refiere directamente a sí mismo; la interpretación de arriba sólo se puede "ver" desde fuera del sistema formal.

En un trabajo publicado en 1957 en Journal of Symbolic LogicRaymond Smullyan mostró que los resultados de incompletitud de Gödel pueden obtenerse para sistemas mucho más elementales que los considerados por Gödel. Smullyan también ha reivindicado las pruebas más simples con el mismo alcance, basadas en los trabajos de Alfred Tarski sobre el concepto de verdad en los sistemas formales. Más simples, pero no menos perturbadoras filosóficamente. Smullyan no ha plasmado sus reflexiones sobre incompletitud sólo en obras técnicas; también han inspirado célebres libros de divulgación como ¿Cómo se llama este libro?.

Si el sistema axiomático es consistente, la prueba de Gödel muestra que p (y su negación) no se pueden demostrar en el sistema. Por tanto p es cierto (p afirma no ser demostrable y no lo es) y, sin embargo, no se puede probar formalmente en el sistema. Fíjese que añadirp a los axiomas del sistema no resolvería el problema: habría otra sentencia de Gödel para la teoría ampliada.

Roger Penrose afirma que esta (presunta) diferencia entre lo que se puede probar mecánicamente y lo que los humanos pueden ver como cierto muestra que la inteligencia humana no es mecánica en su naturaleza. También JR Lucas ha atendido esta reivindicación enMentes, Máquinas y Gödel (en inglés).

Esta perspectiva no está ampliamente aceptada, porque tal y como lo plantea Marvin Minsky, la inteligencia humana es capaz de errar y decomprender declaraciones que son en realidad inconsistentes o falsas. Sin embargo, Minsky ha informado de que Kurt Gödel le dijo a él en persona que él creía que los seres humanos tienen una forma intuitiva, no solamente computacional, de llegar a la verdad y por tanto su teorema no limita lo que puede llegar a ser sabido como cierto por los humanos.

Véanse Refutaciones a la interpretación de Penrose en los Enlaces en Inglés de la sección Enlaces externos y referencias

La posición de que el teorema muestra que los humanos tienen una habilidad que transciende la lógica formal también se puede criticar de la siguiente manera: No sabemos si la sentencia p es cierta o no, porque no sabemos (ni podemos saber) si el sistema es consistente. De modo que en realidad no sabemos ninguna verdad que esté fuera del sistema. Todo lo que sabemos es lo siguiente:

p es indemostrable dentro del sistema, o el sistema es inconsistente.

Esta declaración es fácilmente demostrable dentro del sistema.

Otra implicación es que el trabajo de Gödel motivó a Alan Turing (1912-1954) a estudiar qué funciones eran susceptibles de poder ser calculadas y cuáles no. Para ello se sirvió de su Máquina de Turing, una máquina de propósito general mediante la que formalizó las funciones y procedimientos de cálculo. Demostrando que existían funciones que no son posibles de calcular mediante la Máquina de Turing. El paradigma de este conjunto de funciones lo representa la función que establece "si dada una Máquina de Turing, ésta produce un resultado o, por el contrario, se queda calculando indefinidamente". Esta función, conocida con el nombre de Problema de parada(Halting Problem), será pieza fundamental para demostrar la incomputabilidad de ciertas funciones.

Esbozo de prueba para el primer teorema [editar]

El principal problema en ensamblar la idea de demostración arriba mencionada es el siguiente: para construir una declaración p que sea equivalente a «p no se puede demostrar», p tendría que de alguna manera contener una referencia a p que pudiese dar lugar a una regresión infinita. Describiremos abajo el ingenioso truco de Gödel, que más tarde sería utilizado por Alan Turing para resolver elEntscheidungsproblem.

Para empezar, toda fórmula o declaración que se puede formular en nuestro sistema obtiene un identificador único, llamado su número de Gödel. Esto se hace de una manera tal que es fácil convertir mecánicamente entre fórmulas y números de Gödel. Dado que nuestro sistema es lo bastante fuerte para razonar sobre números, ahora también es posible razonar sobre fórmulas.

Una fórmula F(x) que contiene exactamente una variable libre x se llama una forma declarativa. Tan pronto como x se reemplaza por un número específico, la declaración se transforma en una declaración bona fides, y es o bien demostrable en el sistema o no. Las formas declarativas no son declaraciones y por tanto no se pueden probar o refutar. Sin embargo, cada forma declarativa F(x) tiene un número de Gödel que denotaremos como G(F). La selección de la variable libre elegida en la forma F(x) no es relevante para la asignación del número de Gödel G(F).

Mediante el análisis cuidadoso de los axiomas y reglas del sistema, se puede escribir una forma declarativa P(x) que encarna la idea de xes el número de Gödel de una declaración que puede demostrarse en nuestro sistema. Formalmente: P(x) se puede probar si x es el número de Gödel de una declaración demostrable, y su negación \bar P(x) se puede probar si no lo es. (Aunque esto es adecuado para este esbozo de prueba, técnicamente no es completamente exacto. Vea el artículo de Gödel para este problema y el artículo de Rosser para la resolución. La palabra clave es omega-consistencia).

Ahora viene el truco: una forma declarativa F(x) se denomina auto-indemostrable si la forma F, aplicada a su propio número de Gödel, no es demostrable. Este concepto se puede definir formalmente, y se puede construir una forma declarativa SU(z) cuya interpretación es quez es el número de Gödel de una forma declarativa auto-indemostrable. Formalmente, SU(z) se define como: z = G(F) para alguna forma particular F(x), e y es el número de Gödel de la declaración F(G(F)), y \bar P(y). Ahora la declaración deseada p, que fue mencionada previamente, se puede definir como:

p = SU(G(SU)).

Intuitivamente, cuando nos preguntamos si p es cierto, preguntamos «¿Es la propiedad de ser auto-indemostrable ella misma auto-indemostrable?.» Esto es reminiscente de la paradoja del barbero sobre un barbero que afeita a todas aquellas personas del pueblo que no se afeitan a sí mismas: ¿se afeita él a sí mismo?

Ahora asumiremos que nuestro sistema axiomático es consistente.

Si p fuese demostrable, entonces SU(G(SU)) sería cierto, y por la definición de SUz = G(SU) sería el número de Gödel de una forma declarativa auto-indemostrable. Por tanto, SU sería auto-indemostrable, lo que por definición de ese término implica que SU(G(SU)) no es demostrable, pero ese era nuestro ppnoesdemostrable. Esta contradicción muestra que p no puede ser demostrable.

Si la negación de p = SU(G(SU)) fuese probable, entonces por definición de SU esto significaría que z = G(SU) no es el número de Gödel de una forma auto-indemostrable, lo que implica que SU no es auto-indemostrable. Por definición de auto-indemostrable, concluimos queSU(G(SU)) es demostrable, y por tanto p es demostrable. De nuevo una contradicción. Esto deja manifiesto que tampoco la negación de ppuede ser demostrable.

De modo que la afirmación p ni se puede probar ni refutar en nuestro sistema.

Esbozo de prueba del segundo teorema [editar]

Sea p la sentencia indecidible construida previamente, y asumamos que la consistencia del sistema se puede probar dentro del propio sistema. Hemos visto arriba que si el sistema es consistente, entonces p no es demostrable. La prueba de esta implicación se puede formalizar en el propio sistema, y por tanto la afirmación «p no es demostrable», o «no P(p)» se puede demostrar en el sistema.

Pero esta última declaración es equivalente a p mismo (y esta equivalencia se puede demostrar en el sistema), de modo que p se puede demostrar en el sistema. Esta contradicción pone de manifiesto que el sistema debe ser inconsistente.

Véase también [editar]

Enlaces externos y referencias [editar]

Raymond Smullyan,Gödel's Incompleteness Theorems, Oxford University Press, 1992 ISBN 0-19-504672-2

Enlaces en inglés.

Traducido al castellano en: Kurt Gödel: Obras completas. Jesús Mosterín y otros (Trad.) Alianza Editorial, Madrid (1981). ISBN 84-206-2286-9


Enlaces en castellano

Ignacio Jané, La obra de Gödel en lógica matemática y teoría de conjuntos Una introducción sintética e histórica que respeta los conceptos originales, evitando malentendidos.

Reseña en castellano de Torkel Frazen, Gödel's theorem : an incomplete guide to its use and abuse. El libro de Franzen, de 2005, está siendo muy citado como obra de interés para introducir al verdadero sentido de los teoremas de Gödel y prevenir frente a su aplicación injustificada en campos no matemáticos.