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NOTA DE VREDONDOF :

ESTE ARTICULO A MI ME PARECIO MUY INTERESANTE , PERO ME HA COSTADO MUCHO "LLEGAR A LOS CONCEPTOS" , NO SE SI POR QUE A MIS 63 AÑOS YA PATINA UN POCO MI CABEZA , O BIEN PORQUE EL AUTOR TIENE UN NIVEL ... O QUE ESCRIBE PARA UN NIVEL DE PERSONAS CON UN INTELECTO MUY ELEVADO.

En cualquier caso merece la pena leerlo (con MUCHA ATENCION para enterarse ....)
La conclusion que saque en la 3ª leida que le di , fue que se puede DECIR LO MISMO con el 10 de palabras y utilizando un "estilo mas pegado a la tierra".

LOS ESPAÑOLES NO SON IDEALISTAS. EN LA MEDIOCRIDAD SE ENCUENTRAN A GUSTO

El perfeccionamiento humano se efectúa con ritmo diverso en las sociedades y en los individuos. Los más poseen una experiencia sumisa al pasado: rutinas, prejuicios, domesticidades. Pocos elegidos varían, avanzando sobre el porvenir; al revés de Anteo, que tocando el suelo cobraba alientos nuevos, los toman clavando sus pupilas en las constelaciones lejanas y de apariencia inaccesible. Esos hombres, predispuestos a emanciparse de su rebaño, buscando alguna perfección más allá de lo actual, son los "idealistas". La unidad del género no depende del contenido intrínseco de sus ideales sino de su temperamento: se es idealista persiguiendo las quimeras más contradictorias, siempre que ellas impliquen un sincero afán de enaltecimiento. Cualquiera. Los espíritus afiebrados por algún ideal son adversarios de la mediocridad: soñadores contra los utilitarios, entusiastas contra los apáticos, generosos contra los calculistas, indisciplinados contra los dogmáticos. Son alguien o algo contra los que no son nadie ni nada. Todo idealista es un hombre cualitativo: posee un sentido de las diferencias que le permite distinguir entre lo malo que observa, y lo mejor que imagina. Los hombres sin ideales son cuantitativos; pueden apreciar el más y el menos, pero nunca distinguen lo mejor de lo peor. Sin ideales sería inconcebible el progreso. El culto del "hombre práctico", limitado a las contingencias del presente, importa un renunciar a toda imperfección. El hábito organiza la rutina y nada crea hacia el porvenir; sólo de los imaginativos espera la ciencia sus hipótesis, el arte su vuelo, la moral sus ejemplos, la historia sus páginas luminosas.
Son la parte viva y dinámica de la humanidad; los prácticos no han hecho más que aprovecharse de su esfuerzo, vegetando en la sombra. Todo porvenir ha sido una creación de los hombres capaces de presentirlo, concretándolo en infinita sucesión de ideales. Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua, que el cálculo destruyendo sin descanso. La excesiva prudencia de los mediocres ha paralizado siempre las iniciativas más fecundas. Y no quiere esto decir que la imaginación excluya la experiencia: ésta es útil, pero sin aquélla es estéril. Los idealistas aspiran a conjugar en su mente la inspiración y la sabiduría; por eso, con frecuencia, viven trabados por su espíritu crítico cuando los caldea una emoción lírica y ésta les nubla la vista cuando observan la realidad. Del equilibrio entre la inspiración y la sabiduría nace el genio. En las grandes horas de una raza o de un hombre, la inspiración es indispensable para crear; esa chispa se enciende en la imaginación y la experiencia la convierte en hoguera. Todo idealismo es, por eso, un afán de cultura intensa: cuenta entre sus enemigos más audaces a la ignorancia, madrastra de obstinadas rutinas.
La humanidad no llega hasta donde quieren los idealistas en cada perfección particular; pero siempre llega más allá de donde habría ido sin su esfuerzo. Un objetivo que huye ante ellos se convierte en estímulo para perseguir nuevas quimeras. Lo poco que pueden todos, depende de lo mucho que algunos anhelan. La humanidad no poseería sus bienes presentes si algunos idealistas no los hubieran conquistado viviendo con la obsesiva aspiración de otros mejores.
En la evolución humana, los ideales se mantienen en equilibrio inestable. Todo mejoramiento real es precedido por conatos y tanteos de pensadores audaces, puestos en tensión hacia él, rebeldes al pasado, aunque sin la intensidad necesaria para violentarlo; esa lucha es un reflujo perpetuo entre lo más concebido y lo menos realizado. Por eso los idealistas son forzosamente inquietos, como todo lo que vive, como la vida misma; contra la tendencia apacible de los rutinarios, cuya estabilidad parece inercia de muerte. Esa inquietud se exacerba en los grandes hombres, en los genios mismos si el medio es hostil a sus quimeras, como es frecuente sobre todo en España. No agita a los hombres sin ideales, informe argamasa de humanidad.
Toda juventud es inquieta. El impulso hacia lo mejor sólo puede esperarse de ella: jamás de los enmohecidos y de los seniles. Y sólo es juventud la sana e iluminada, la que mira al frente y no a la espalda; nunca los decrépitos de pocos años, prematuramente domesticados por las supersticiones del pasado: lo que en ellos parece primavera es tibieza otoñal, ilusión de aurora que es ya un apagamiento de crepúsculo.
Sólo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir; por eso en los caracteres excelentes puede persistir sobre el apeñuscarse de los años. Nada cabe esperar de los hombres que entran a la vida sin afiebrarse por algún ideal; a los que nunca fueron jóvenes, paréceles descarriado todo ensueño. Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal no se adquiere.
Los idealistas suelen ser esquivos o rebeldes a los dogmatismos sociales que los oprimen. Resisten la tiranía del engranaje político nivelador, aborrecen toda coacción del sistema, sienten el peso de los honores con que se intenta domesticarlos y hacerlos cómplices de los intereses creados, dóciles maleables, solidarios, uniformes en la común mediocridad.
Las fuerzas conservadoras que componen el subsuelo social pretenden amalgamar a los individuos, decapitándolos; detestan las diferencias, aborrecen las excepciones, anatematizan al que se aparta en busca de su propia personalidad. El original, el imaginativo, el creador no teme sus odios: los desafía, aun sabiéndolos terribles porque son irresponsables y asesinos como ultima solución. Por eso todo idealista es una viviente afirmación del individualismo, aunque persiga una quimera social; puede vivir para los demás, nunca de los demás. Su independencia es una reacción hostil a todos los dogmáticos. Concibiéndose incesantemente perfectibles, los temperamentos idealistas quieren decir en todos los momentos de su vida, como Don Quijote: "yo sé quién soy". Viven animados de ese afán afirmativo. En sus ideales cifran su ventura suprema y su perpetua desdicha. En ellos caldean la pasión, que anima su fe; esta, al estrellarse contra la realidad social, puede parecer desprecio, aislamiento, misantropía: la clásica "torre de marfil" reprochada a cuantos se erizan al contacto de los obtusos. Diríase que de ellos dejó escrita una eterna imagen Teresa de Ávila: "Gusanos de seda somos, gusanillos que hilamos la seda de nuestras vidas y en el capullito de la seda nos encerramos para que el gusano muera y del capullo salga volando la mariposa". Todo idealismo es exagerado, necesita serlo. Y debe ser cálido su idioma, como si desbordara la personalidad sobre lo impersonal; el pensamiento sin calor es muerte, frío, carece de estilo, no tiene firma.
Jamás fueron tibios los genios y los héroes. Para crear una partícula de Verdad, de Virtud o de Belleza, se requiere un esfuerzo original y violento contra alguna rutina o prejuicio; como para dar una lección de dignidad hay que desgoznar algún servilismo. Todo ideal es, instintivamente, extremo; debe serlo a sabiendas, si es menester, pues pronto se rebaja al refractarse en la mediocridad de los más. Frente a los hipócritas que usurpan poderes civiles y mienten con viles objetivos, la exageración de los idealistas es, apenas, una verdad apasionada. La pasión es su atributo necesario, aun cuando parezca desviar de la verdad; lleva a la hipérbole, al error mismo; a la mentira nunca. Ningún ideal es falso para quien lo profesa: lo cree verdadero y coopera a su advenimiento, con fe, con desinterés. El sabio busca la Verdad por buscarla y goza arrancando a la naturaleza secretos para él inútiles o peligrosos. Y el artista busca también la suya, porque la Belleza es una verdad animada por la imaginación, más que por la experiencia. Y el moralista la persigue en el Bien, que es una recta lealtad de la conducta para consigo mismo y para con los demás. Tener un ideal es servir a su propia Verdad Siempre. Algunos ideales se revelan como pasión combativa y otros como pertinaz obsesión; de igual manera distínguense dos tipos de idealistas, según predomine en ellos el corazón o el cerebro. El idealismo sentimental es romántico: la imaginación no es inhibida por la crítica y los ideales viven de sentimiento. En el idealismo experimental los ritmos afectivos son encarrilados por la experiencia y la crítica coordina la imaginación: los ideales tórnanse reflexivos y serenos. Corresponde el uno a la juventud y el otro a la madurez. El primero es adolescente, crece, puja y lucha; el segundo es adulto, se fija, resiste, vence.
El idealista perfecto sería romántico a los veinte años y estoico a los cincuenta; es tan anormal el estoicismo en la juventud como el romanticismo en la edad madura. Lo que al principio enciende su pasión, debe cristalizarse después en suprema dignidad: ésa es la lógica de su temperamento. Sin embargo lo que si hay es mucha mediocridad. La mediocridad puede definirse como una ausencia de características personales que permitan distinguir al individuo en su sociedad. Ésta ofrece a todos un mismo fardo de rutinas, prejuicios y domesticidades; basta reunir cien hombres para que ellos coincidan en lo impersonal: "Juntad mil genios en un Concilio y tendréis el alma de un mediocre". Esas palabras denuncian lo que en cada hombre no pertenece a él mismo y que, al sumarse muchos, se revela por el bajo nivel de las opiniones colectivas.El régimén actual, la monarquía cainista, ha conseguido una vez más, a través de sus ladrones politicos, que los españoles sean mediocres y que todo destello de genialidad sea enterrado en el desprecio. El régimen es miedoso,cobarde y hurtador, teme por su continuidad, pues sabe que se ha llevado mucho y no ha ofrecido nada. Qué se puede esperar de un monarca que dice:"El recuerdo de Franco constituirá para mí una exigencia de comportamiento y de lealtad ...". Seguid votando, idealistas.
J.I.
"El sentido común es la cosa mejor repartida del mundo
porque todo el mundo cree poseerlo en cantidad suficiente." René Descartes.

LIBERTAD

-La filosofia de la libertad esta basada en la propiedad de uno mismo, esta simple pero elegante y contundente animacion la explicara exactamente. Esta es una gran herramienta que cualquiera puede usar para educar niños y adultos acerca del derecho a la vida, libertad y la capacidad de crear - y nuestra responsabilidad para pensar, hablar y actuar. La version en DVD de este video puede ser descargada gratis en: www.philosophyofliberty.blogspot.com CRÉDITOS AUTOR: Ken Schoolland schoolak001@hawaii.rr.com PRODUCTOR: Kerry Pearson (aka Lux Lucre) MÚSICA: Music2Hues www.music2hues.com WEBSITE: www.jonathangullible.com AYUDA: The Jonathan Gullible fund www.isil.org/tools/jonathan-gullible.html COPYRIGHT: www.creativecommons.org/licenses/by-nd-nc/1.0/ *

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La mayoría se equivoca: matemáticamente comprobado.



Existen por ahí diversas teorías psicológicas y de la información que tratan de demostrar una realidad contraintuitiva: que la mayoría se equivoca. Que la masa es tonta. O, como dice el filósofo Gustavo Bueno, que 100 individuos, que por separado pueden constituir un conjunto distributivo de 100 sabios, cuando se reúnen pueden formar un conjunto atributivo compuesto por un único idiota.
De ahí procede normalmente la disfuncionalidad y la trágica insularidad del genio.
Sin embargo, en un estupendo libro del matemático John Allen Paulos he encontrado una confirmación matemática de esta hipótesis. Una prueba más por la cual no debemos creer en, por ejemplo, fenómenos sobrenaturales independientemente de cuántas personas sostengan un mismo fenómeno: no importa si el fantasma lo vieron 2 o 100 personas. Es más, si lo vieron 100 personas, todavía existen más posibilidades de que el fantasma no exista.
Por eso la ciencia no se fía de los testimonios, aunque se éstos cuenten por miles, sino de las pruebas empíricas reproducibles. La gente no es de fiar. Y la gente en grandes cantidades, mucho menos.
Lo que es indubitable es que los individuos mienten, se autoengañan o sencillamente se confuden. Simplifiquémoslo en una simple operación matemática. Supongamos que algunos individuos dicen la verdad ¼ del tiempo, mienten o se equivocan ¾ del tiempo, y mezclan sus verdades y falsedades de manera aleatoria.
Ahora imaginemos a dos personas que se ajusten a estos parámetros imaginarios (pero bastante parecidos a la realidad, según la persona). Estas dos personas se llaman, por ejemplo, Ignacio y Sergio.
Entonces Ignacio hace una afirmación. La probabilidad de que esta afirmación sea verdadera, como hemos dicho, es ¼. Luego Sergio respalda a Ignacio afirmando que Ignacio dice la verdad. Teniendo en cuenta la declaración de Sergio, ¿cuál es ahora la probabilidad de que Ignacio diga la verdad?
Puesto que Ignacio y Sergio dicen la verdad ¼ del tiempo, lo que dicen ambos resultará ser verdadero 1/16 del tiempo (¼ x ¼). Ahora preguntémonos cuán probable es que Sergio haga una declaración de respaldo. Puesto que Sergio respaldará a Ignacio cuando ambos digan la verdad o ambos mientan, la probabilidad es 10/16 (¼ x ¼ + ¾ x ¾). Así pues, la probabilidad de que Ignacio diga la verdad si Sergio la respalda es 1/10 (1/16 dividido por 10/16).
Moraleja: la confirmación de lo que dice una persona no fiable por otra persona no fiable hace la afirmación aún menos fiable.
Vía | Elogio de la irreligión de John Allen Paulos
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Viejos problemas, antiguos remedios



Creemos que nuestros problemas son nuevos, pero esta impresión procede de nuestro escaso conocimiento del pasado. Repetimos viejos errores y olvidamos antiguos remedios. Las dos cosas son evitables, pero, en la situación intelectual y moral de nuestro tiempo, improbabilísimas.
La rivalidad con Cartago mantuvo la tensión moral entre los romanos. El miedo venía a ser como un freno para los vicios. El historiador Salustio escribe: “Pero la discordia, el afán de dinero y de poder y demás plagas que suelen brotar en los períodos de prosperidad, se acentuaron de una manera exagerada después de la destrucción de Cartago”. Una prosperidad sin controles morales es camino seguro hacia el vicio. Y el vicio lleva a la discordia y a la devastación. Salustio describió memorablemente este proceso que llevó a Roma a las guerras civiles: “A partir de entonces, las costumbres de los mayores se fueron perdiendo, no poco a poco, como en períodos anteriores, sino que se hundieron precipitadamente, como cae un torrente. La juventud estaba pervertida por el desenfreno y la codicia de tal modo, que con razón se podía decir: ha surgido una generación que ni es capaz de poseer patrimonio propio, ni permite que los demás lo posean”. El poeta Ennio afirmó: “Si Roma subsiste es gracias a sus costumbres tradicionales y héroes antiguos”.
En esta situación, los pueblos se entregan más a los que promueven sus vicios que a quienes defienden sus intereses. Apenas hay algo nuevo en lo que nos aflige: viejos vicios repetidos y antiguas virtudes despreciadas.
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¿Te peleas con la vida?





En mi experiencia, hay dos tipos de personas: las que disfrutan la vida o las que sufren la vida. Los primeros son aquellos que aceptan las reglas del juego -el Universo tiene las suyas propias- y los segundos son los que quieren que las reglas sean las que ellos dictan, y por tanto, luchan contra el Universo por cambiar lo incambiable. Según como nos movamos en el tablero de la vida, de una manera u otra, la diferencia será la misma que la que existe entre el cielo y el infierno. Hay gente que esté donde esté y haga lo que haga, sabe extraer a esa experiencia el máximo; y otros que estén donde estén y hagan lo que hagan tienen algún motivo para quejarse. Por eso, la primera regla del manual de la existencia es la gratitud, dar gracias por todo lo que uno tiene que, en la mayor parte de los casos no es poco (merece recordar el post 
¿Lo mucho es poco o lo poco es mucho?).

Os dejo un interesante 
vídeo-conversación con Guillermo Ferrara, autor del libro Filosofía de la felicidad, en la que aborda algunas cuestiones interesantes. Me quedo con dos:

- Quien no tiempo es un esclavo; porque está a merced de las circunstancias y de los demás. Tener tiempo es ser libre, y ser libre es ser el capitán de tu propio barco que dices hacia que puerto navega. El destino lo marcas tú y no los demás. Lo decía Baltasar Gracián: "Los sabios suelen pecar de lentos pues una mirada atenta obliga a detenerse". Como apuntaba ayer Juan Carlos Cubeiro en su blog 
Hablemos de talento, el término Slow Economy, no hace referencia a Lento, sino a Sereno, Consciente.

- La responsabilidad es un carga o un regalo, según como se afronte. Hay gente que las responsabilidades las ve como una losa y otros las ven como donaciones para crecer. Es ver los retos como amenazas u oportunidades. Ello tiene mucho que ver en lo comentado antes: fluir con los acontecimientos (disfrutar) o resistirte a los acontecimientos (sufrir); el sentido lúdico de la vida.

¿Y esto a que nos lleva?

A saber si afrontamos la vida con "amor" (aceptación de las reglas o sintonía) o con su contrario, el "miedo" (resistencia a las reglas o resistencia). Porque lo contrario de amor no es el odio, sino el miedo: miedo al fracaso, al ridículo, al cambio, al qué dirán, a no agradar...
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El espejo






Publicado por: Joaquina Fernández 
domingo, 06 de junio de 2010 9:45
Un hombre que tenía un grave problema de miopía se consideraba un experto en evaluación de arte. Un día visitó un museo con algunos amigos. Se le olvidaron los lentes en su casa y no podía ver los cuadros con claridad, pero eso no lo detuvo de ventilar sus fuertes opiniones.



Tan pronto entraron a la galería, comenzó a criticar las diferentes pinturas. Al detenerse ante lo que pensaba era un retrato de cuerpo entero, empezó a criticarlo. Con aire de superioridad dijo: «El marco es completamente inadecuado para el cuadro. El hombre está vestido en una forma muy ordinaria y andrajosa. En realidad, el artista cometió un error imperdonable al seleccionar un sujeto tan vulgar y sucio para su retrato. Es una falta de respeto».
El espejo (286)El hombre siguió su parloteo sin parar hasta que su esposa logró llegar hasta él entre la multitud, y lo apartó discretamente para decirle en voz baja: «Querido, - ¡estás mirando un espejo!»
Una mirada al espejo nos llevará a centrar nuestra atención en quiénes somos y cuáles son nuestras fortalezas y debilidades antes de centrarnos en los demás.
Nuestras palabras sobre los otros, a veces, son las interpretaciones de nosotros mismos que están ocultas detrás de un deseo de perfección imposible. Exigimos a nuestros compañeros de viaje que sean lo que no alcanzamos por nosotros mismos.
Un día para mirarnos en el espejo y deleitarnos de lo mucho bueno que tenemos y también para precisar las metas de cambio. Un día estupendo para contemplar a cada persona como el cuadro irrepetible y la obra maestra de nuestro museo particular.
Sólo la humildad nos permite amar lo que somos y nos da la oportunidad de cambiar.
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Kybalión (segun Wikipedia)

Kybalión (segun Wikipedia)


Versión francesa del Kybalión.
El Kybalión es un documento que contiene al conjunto de enseñanzas de la filosofía hermética, también conocidos como los siete principios del hermetismo. Escrito en los albores del siglo XX, su autoría se debe a un grupo anónimo de personas autodenominados Los Tres Iniciados, aunque las bases del hermetismo se atribuyen a un alquimista místico y deidad de algunas logias ocultistas llamado Hermes Trismegisto, cuya existencia pudo haber transcurrido en Egipto antes de la época de los faraones.

Contenido

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Los siete principios [editar]

Los siete principios, o axiomas, como están descritos en el Kybalión son:
  1. Mentalismo. El Todo es mente; el universo es mental.
  2. Correspondencia. Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba. Afirma que este principio se manifiesta en los tres Grandes Planos: El Físico, El Mental y El Espiritual.
  3. Vibración . Nada está inmóvil; todo se mueve; todo vibra.
  4. Polaridad. Todo es doble, todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos: los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son medias verdades, todas las paradojas pueden reconciliarse.
  5. Ritmo. Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso, todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación.
  6. Causa y efecto. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo a la ley; la suerte o azar no es más que el nombre que se le da a la ley no reconocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley.
  7. Generación. La generación existe por doquier; todo tiene su principio masculino y femenino; la generación se manifiesta en todos los planos. En el plano físico es la sexualidad.

Los Tres Iniciados [editar]

Los "tres iniciados" que escribieron El Kybalión decidieron permanecer en el anonimato. Esto ha generado muchas especulaciones sobre quién escribió realmente el libro. Hay varias escuelas de pensamiento que se atribuyen su autoría. La teoría más popular es que Paul Foster Case, Michael Whitty y William Walker Atkinson (también conocido como Yogi Ramacharaka, Swami Panchedasi, Magus Incognito, Theodore Sheldon y probablemente muchos otros pseudónimos conocidos y desconocidos) eran los "tres iniciados" que escribieron el libro. Esta teoría es a menudo expuesta por miembros de Builders of the Adytum, la Escuela de Misterios que fundó Case, aunque el grupo en sí no se hace eco públicamente de la misma; de hecho, parece que esta historia se originó en un grupo escindido de B.O.T.A., la Fraternidad de la Luz Oculta.1
También apoya esta teoría el hecho de que Paul Foster Case era francmasón, y que la editorial del Kybalión, Yogi Publication Society, pusiera su dirección en el frontispicio del libro como 'Templo Masónico, Chicago, Illinois'. Sin embargo, mucha gente que presenta esto como una 'evidencia' de la autoría de Case, probablemente desconoce que el "Templo Masónico" de Chicago era en realidad el primer rascacielos de la ciudad, que alojaba docenas de tiendas y pequeños negocios sin ninguna afiliación masónica. El edificio fue nombrado por la logia masónica que financió gran parte de su construcción, y en realidad se encontraba en los pisos superiores.2
Otros nombres que se barajan frecuentemente en relación con la autoría del Kybalión son Harriet Case (la esposa de Paul Foster Case en esa época), Ann Davies (quien sucediera a Paul Foster Case a la cabeza de B.O.T.A.), Mabel Collins (una destacada escritora teosófica) y Claude Brogdon (un famoso mago de teatro).
La teoría más probable es que el Kybalión fue obra de William Walker Atkinson, con o sin ayuda de terceros. Una de las primeras publicaciones de Atkinson pudo haber sido una serie titulada Las Enseñanzas Arcanas, que comparte algunas similitudes superficiales con el Kybalión: El Kybalión explora siete 'Principios Herméticos', mientras que Las Enseñanzas Arcanas explora siete 'Leyes Arcanas'; el Kybalión afirma ser una elucidación de un antiguo texto hermético inédito del mismo nombre, mientras que Las Enseñanzas Arcanas dicen explorar la sabiduría de un antiguo pergamino no publicado de aforismos ocultos; ambos libros describen tres 'Grandes Planos' de realidad que se subdividen cada uno en siete planos inferiores. Ambos libros describen tres de los planos inferiores como "llaves negras astrales", similarmente a las teclas negras de un piano, y habitados por espíritus elementales; y ambos libros describen con gran detalle el proceso de la 'alquimia mental', el uno casi en total consonancia con el otro. Hay muchas otras similitudes, que conducen de forma natural a la pregunta de si 'Las Enseñanzas Arcanas' podrían haber sido el "primer borrador" de Atkinson para el material que posteriormente se convertiría en el Kybalión.

Véase también [editar]

Referencias [editar]

  1.  Véase http://www.lvx.org/Archive/biblio.pdf para más información.
  2.  Para más información acerca del Templo Masónico de Chicago, véase http://www.emporis.com/en/wm/bu/?id=masonictemple-chicago-il-usa).

Bibliografía [editar]

  • VV.AA. (2003). El Kybalion: tres iniciados. Un estudio sobre la filosofía hermética del antiguo Egipto y Grecia, Traducido por Manuel Algora Corbi. Barcelona: Luis Carcamo Editor.ISBN 848531607X.
  • VV.AA. (2004). Tres iniciados. El Kybalion. Estudio sobre la filosofía hermética del antiguo Egipto y Grecia, Editorial Kier. Argentina: Prof. Delia Arrizabalaga Correctora de Pruebas.ISBN 950-17-0731-8.

Enlaces externos [editar]

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El camino a lo más alto está plagado de mentiras

Publicado el 04-06-2010 por Lucy Kellaway. Columnista de Financial Times

El lunes pasado, en el Festival Floral de Chelsea pude ver a un ex primer ministro británico hablando con el ex director de un periódico. El primero mostraba una amplia sonrisa y parecía entusiasmado con el encuentro. No obstante, cinco minutos antes alguien le había oído pronunciar un despectivo comentario sobre el ex director; es más, se le pudo ver intentándose ocultar detrás de una maceta gigante para evitar coincidir con él. ¿Qué nos dice esta actitud del político, que es un falso impresentable o que cuenta con la exquisita educación que se le exige a una persona de su talla?
La semana pasada, escuché en la radio a la psicóloga australiana Dorothy Rowe hablar de su nuevo libro, Por qué mentimos. Incluso las mentiras más insignificantes, decía, responden a un temor de dañar la idea que tenemos de nosotros como personas. Sin duda, el engaño responde a una mezcla de pragmatismo y temor. En mi opinión, la mentira puede ser bastante útil.
En el último número de la Harvard Business Review aparece un artículo según el cual, las personas más influyentes mienten mejor. Los investigadores de la Escuela de Negocios Columbia Business School pidieron a los jefes y a algunos empleados que robaran un billete de cien dólares y convencieran a alguien de que no lo habían cogido, una estrategia que los superiores utilizaron mucho mejor que sus subordinados.
A principios de mes se publicó otro estudio de los psicólogos de la Universidad de Toronto, según el cual, los niños que empiezan a mentir a los dos años tienen más posibilidades de tener éxito cuando crezcan. La mentira entraña un proceso según el cual se puede mantener la verdad en el subconsciente mientras verbalizamos otra idea de forma simultánea.
Según estos estudios, los más inteligentes llegan a lo más alto basándose en el engaño y, una vez que alcanzan el poder, se ven obligados a mentir aún más. El mundo está dirigido por estafadores como Kenneth Lay, fundador de Enron.
No creo que la realidad sea tan cruda. Por un lado está la mentira llevada al límite, algo nefasto, pero también tenemos las mentiras piadosas, mucho menos dañinas. Para avalar esta teoría, es fundamental pasar una jornada en la oficina, donde la falta de sinceridad alcanza un alto nivel de sofisticación. La gente que más prospera, como nuestro ex primer ministro, ha superado la fase avanzada y sabe hasta qué punto puede contar versiones distintas a diferentes personas y mantener –esperemos– una pizca de sinceridad.
Todo consiste en saber qué mentiras perjudican y cuáles son útiles; en entender que la verdad es un concepto flexible y en saber darle la forma adecuada en cada momento. Las personas más estúpidas, groseras y los más jóvenes no utilizan estas técnicas.
A veces nos encontramos con adultos que tampoco han hecho grandes progresos. La semana pasada me crucé con un conocido al que había invitado a la presentación de mi libro, a la que no asistió. "Te eché en falta", le dije. "Me invitan a muchas fiestas y pensé que podía prescindir de la tuya", me espetó. Las personas que hablan con esa sinceridad tienen los días contados en una empresa. Las oficinas están hechas de mentiras. A diario tenemos que fingir que nos gusta la gente con la que trabajamos, que estamos satisfechos con nuestros empleos, que estamos convencidos de que nuestra empresa es mejor que la competencia. Cuando el jefe, nervioso, llega y me pregunta qué tal voy con mi columna, le respondo: "Ya casi está. La tendrás a las seis". Lo primero es mentira, he estado perdiendo el tiempo y acabo de empezarla. En la hora no puedo engañarle. Estoy orgullosa de mis mentiras, de mi capacidad de adaptar mi comportamiento a las circunstancias y espero que mis hijos aprendan la lección. Hace poco le pregunté a mi hija de 17 años cuántas mentiras había soltado ese día. "Ninguna", respondió. Me preocupó que incluso la respuesta fuera mentira, aunque más me inquietó que no supiera mentir. Me tranquilizó darme cuenta de que eran las 8 de la mañana; a esas horas, todavía no había tenido tiempo de pronunciar una sola palabra.
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